Enero. Es ese mes que hace que se me encoja el corazón. Con él empieza el frío, las bufandas y la nieve. Amanece tarde y anochece pronto. Prácticamente no hay luz en enero. Sólo llueve, nieva y hace frío. Siempre he odiado las botas, los paraguas y los chubasqueros. Odio los abrigos gordos que cuando entro en algún sitio me dan demasiado calor y cuando salgo no son capaces de quitarme el frío. Odio los guantes. Los cuellos de cisne. La lana. Ese sol que no calienta y nos recuerda que no lo va a hacer. Lo odio.
Pero no cambio por nada ese día de enero, en el que aquella noche invernal el cielo amenazaba con llover, con llovernos. Nos advertía de que íbamos a tener frío, de que era hora de irse para casa. Sin embargo, todos sus intentos no evitaron que corriera por medio Gijón para verte, abrazarte y decirte que 'todo está bien'. No, no lo estaba. Por eso odio enero (aunque siendo sincera, tú tienes la culpa del 67'3% de cosas que odio)
Es que el frío es lo que tiene, que nos evoca a cosas tristes, nos pone nostálgicos, tontorrones...creo que lo único bueno que tiene es poder acurrucarse entre las mantas... :)
ResponderEliminarPrechioso
ResponderEliminar"Por eso odio enero (aunque siendo sincera, tú tienes la culpa del 67'3% de cosas que odio)"
ResponderEliminarPur[t]a poesía.