Seguro que pensé 'qué bonito', en vez de 'qué superficial'. Debí haberle tirado la copa de vino encima. Debí hacerlo. Pero, en lugar de eso, la posé, agarré la botella y me fui, dejando en el ambiente nada más que una mirada que sólo podía significar '¿en serio?'.
Pude escuchar tras la puerta cómo llamaba a un amigo para soltarle el ya tradicional 'no hay quien entienda a las mujeres'. Entonces, hablé conmigo misma en voz alta, no sé si por el alcohol o por razones incomprensibles -ya que no hay quien nos entienda- y espeté: "pero nadie vacía las botellas como yo".
Cómo lo echaba de menos ... se nota muchísima más madurez en ese texto.
ResponderEliminarPrecioso.
Besinos!