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jueves, 28 de octubre de 2010

La vida es bella.


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jueves, 14 de octubre de 2010

Una de Bécquer.

Había nacido para soñar el amor, no para sentirlo

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama.
Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.
Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.
Dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al reunirse en el cielo
forman una nube blanca.
Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.

jueves, 7 de octubre de 2010

Ojosdorados Manodeplata Dáctilos.

-¿Y tú? ¿Eres el mejor arquitecto del mundo,verdad?
-Si, pero no.
-Cuéntame.
-Carezco de algunas habilidades fundamentales. Yo he construído las mejores obras del mundo, pero cuando construí el ejército Golem para Pitchiu, éste me cubrió de oro y luego hizo que me sacaran los ojos para no poder crear ninguna otra obra que rivalizara la suya.
-Sabio, pero cruel.
-Cierto, así que aprendí a escuchar el temple de los metales, y a ver con los dedos. Y fabriqué estos ojos, pero no me sirven para ver. Más tarde se me llamó para construir el palacio de los siete desiertos, tras lo cual el emir me cubrió de plata antes de cortarme la mano derecha, cosa que no me sorprendió del todo.
-Un grave inconveniente, considerando tu trabajo.
-Pero apliqué parte de la plata para construirme esta mano.
Después creé el primer gran Embalse de Luz, con una capacidad de 50.000 horas de luz diarias. Me cubrieron de seda y me encerraron en una torre, pero me escapé usando la seda.
-Tras lo cual, y tras varios incidentes, llegaste a mí. Recuérdame qué te prometí como recompensa.
-Me pediste que diseñara un pez para nadar por los mares especiales que se extienden entre los mundos. A cambio de eso...
-¿Si?
-A cambio-siguió Dáctilos sin mucha esperanza-me dejarías libre y te abstendrías de cortar ninguno de mis apéndices.
-Ah, sí...Mentí.
Sólo se oyó un silbido, y el hombre de ojos dorados tambaleó. Luego se inclinó para ver la flecha que le había atravesado el pecho. La tocó suavemente con su mano de plata y sólo gruñó y dijo:
-Un trabajo chapucero
A continuación cayó al suelo, sin vida.