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viernes, 20 de enero de 2012

besos de Fernando

Eras una locura tan grande que tenía que ser verdad. Y estaba pasando, tus ojos siempre fueron mi espejo favorito, ¿lo sabías?. Tan verdes como en esa leyenda de Bécquer, tan increíbles que ahogan. Quería más de ti, más de ese peligro que me dabas. Suponía que tenía que evitarlo, pero ¿y qué?, era más tentador evitar a la razón, seguirte ciegamente hasta las algas del lago, que enredan, que no dejan opción a escapar, y lo sabía. No estaba arriesgando nada, no estaba probando suerte: sabía que perdería, no existía alternativa, sólo perder. Pero perder-me- era más fácil que perderte a ti.
Pincha en la imagen para leer la leyenda.

sábado, 14 de enero de 2012

By saying something stupid like...

Enero. Es ese mes que hace que se me encoja el corazón. Con él empieza el frío, las bufandas y la nieve. Amanece tarde y anochece pronto. Prácticamente no hay luz en enero. Sólo llueve, nieva y hace frío. Siempre he odiado las botas, los paraguas y los chubasqueros. Odio los abrigos gordos que cuando entro en algún sitio me dan demasiado calor y cuando salgo no son capaces de quitarme el frío. Odio los guantes. Los cuellos de cisne. La lana. Ese sol que no calienta y nos recuerda que no lo va a hacer. Lo odio.
Pero no cambio por nada ese día de enero, en el que aquella noche invernal el cielo amenazaba con llover, con llovernos. Nos advertía de que íbamos a tener frío, de que era hora de irse para casa. Sin embargo, todos sus intentos no evitaron que corriera por medio Gijón para verte, abrazarte y decirte que 'todo está bien'. No, no lo estaba. Por eso odio enero (aunque siendo sincera, tú tienes la culpa del 67'3% de cosas que odio)

lunes, 2 de enero de 2012

Mal y tarde.

Algo extraño es que siempre he querido que una persona en concreto lea este blog -aunque nunca se lo he enseñado, ni lo haré- pero nunca le he dedicado ninguna entrada, ni si quiera una línea, ni si quiera un pronombre. Tú, que crees que no me importas, que te he tratado fatal. Sé que hace años te prometí una canción, y bueno -como dice la canción de la fuga- "mal y tarde, la tienes aquí" (no es exactamente una canción, pero algo es algo). Igual no es esto lo que te esperabas, igual (seguramente) es demasiado tarde, pero no importa, no es nunca. La verdad es que seguramente te haya hecho estar mal más veces de las que te he hecho feliz. Tú decías que merecía la pena, pero es mentira, eso nunca merece la pena.
La cuestión es que me importas. Siempre has sido, de una manera u otra, algo para mí. Me ayudaste a abrir los ojos muchas veces, y otras a cerrarlos. Pero esto también es algo que no sabrás nunca (lo siento).