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martes, 29 de noviembre de 2011

Como los aeropuertos.

Creo que nunca llegarás a saber esto, pero sueño contigo una o dos, e incluso tres veces al mes. Me pasa desde la última vez que te vi, en aquella despedida que hizo que se me encogiera el corazón. Cada vez que la recuerdo se me aceleran los latidos, se me eriza el vello y una extraña sensación recorre mi cuerpo de arriba a abajo a la velocidad de la luz, quizá un poco más rápido. Será que te echo de menos, será algo que jamás admitiré. Sueño que nos abrazamos, que me sonríes y me besas, como si fuera tu única, y luego me enseñas fotos de esas otras, fotos que me dan igual porque en ese momento, en ese instante, sólo estoy yo contigo, por eso no me importa que en otras ocasiones te tengan más, porque cuando llego yo me convierto en tu prioridad. Llego yo después de tanto tiempo sin verte y todo sigue igual, todo se concentra en esas ocho horas oscuras en las que teníamos que decirnos adiós pero no queríamos. Y me duele porque no pudo ser, porque todo era complicado, porque que me hicieras reír como nadie lo ha hecho nunca y que me comprendieras tan bien no era suficiente. Hacían falta muchas más cosas aquel día, y hoy hacen falta todavía muchas más, porque lo único que tenemos tú y yo es que sólo con mirarte te hago sentir cosas que ni si quiera sabías que podrías experimentar, y asusta. Pero cuando te vuelva a ver todo será de lo más normal, una sonrisa, dos besos, quizás un abrazo y otra sonrisa al separarnos, aunque nuestros corazones pedirán a gritos que esas sonrisas se acerquen poco a poco hasta que nuestros labios respiren el mismo aire, que no nos importe nada ni nadie más que nosotros dos. Serán sólo eso, gritos a los que haremos caso omiso y seguiremos tentándonos a escondidas, esperando a que el destino nos junte de nuevo en aquella habitación oscura durante ocho intensas horas en las que nos dio igual el resto del mundo y vivimos como quisimos hasta que amaneció, y la magia de esa noche se perdió con la luna dejándonos con ganas de más y sonrisas de menos...Maldito tiempo, que no se congeló.
Fotografía por cortesía de MANU SUÁREZ.

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